16 mar 2009

UNA IGLESIA ROMANA POCO CRISTIANA

UNA IGLESIA ROMANA POCO CRISTIANA
 
          Una sombra alargada y fantasmal emerge desde la curia vaticana y se extiende por el mundo, cubriendo de oscuridad la fe de los creyentes, derramando odios humanos con caretas de amor divino y destruyendo esperanzas.
 
          Es como si la "Inquisición" resucitara, adaptando ahora a esta sociedad, en la forma, en lo accidental, los métodos, los instrumentos y los castigos, pero manteniendo el fondo, lo esencial.
 
          ¿Cómo es posible que altos dirigentes de la "Iglesia del AMOR" ("un único mandamiento os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado"), representantes de Cristo, puedan estar tan dedicados a sembrar dolor, angustia, incomprensión y desesperanza entre las personas más necesitadas de amor, de comprensión, de esperanza y de felicidad?
 
          ¿Cómo se puede impunemente perseguir, humillar y anatematizar públicamente a los más desprotegidos de la sociedad, destruyendo, en algunos casos definitivamente, su dignidad ante el mundo?
 
          Todo esto sucede cuando el obispo, el arzobispo o el cardenal de turno aprovecha su universal "status" inviolable para denigrar psicológica, humana y religiosamente a quienes no siguen escrupulosamente sus anacrónicos postulados sobre la vida y la muerte o sobre los derechos civiles, humanos y divinos.
 
          Son ya demasiados los casos que "claman al cielo", que sólo se solucionarían con una auténtica democratización de la Iglesia Romana. El AMOR que debería proclamar esta "Iglesia Oficial", que cada día está más alejada de la auténtica "Iglesia Real" de Cristo, no es compatible con la condena y el desprecio a homosexuales, a madres, a padres, a médicos y a leyes democráticamente aprobadas en los diversos países.
 
          Todo esto es el resultado de una moderna "Inquisición", que aparece como un fantasma contra el progreso de la Humanidad. Este progreso no es contrario a la construcción de la nueva Cristiandad, iniciada en el Concilio Vaticano II, del que algunas Conferencias Episcopales no quieren oír hablar.
 
          Una niña brasileña de nueve años, embarazada por la violación sexual de su padrastro, aborta por múltiples y evidentes razones, incluyendo la de salvar su propia vida, y amparada por la legislación de su país.
 
          Todo esto, al parecer, es considerado demoníaco por un tal Sr. Arzobispo José Cardoso Sobrinho, que se lanza airadamente contra la madre de la embarazada, que permitió el aborto, y contra los médicos, que actuaron en cumplimiento de una ley democráticamente aprobada.
 
          Para tranquilizar a este Sr. Arzobispo, ¿qué se debería hacer? Al parecer, dejar que muera la niña de nueve años o quemar a su madre en la hoguera por evitarlo, es decir, matar a personas reales por un feto con meras posibilidades de convertirse en futura persona.
 
          ¿Qué fe, qué amor y qué esperanza pueden propagar estos egregios perdonavidas?
 
          Unos desesperados padres andaluces deciden salvar la vida de su hijo enfermo de la única forma científicamente posible: el cordón umbilical de un hermano sano. Nace el niño sano que salva la vida de su hermano mayor enfermo. ¿Puede haber algo más hermoso? Pues tampoco esto, que es vida más vida, agrada a otro grupo de obispos, de arzobispos o de cardenales, que ahora (¡cuántas contradicciones!) propugnaban el triunfo de una muerte sobre dos vidas.
 
          ¿Qué hacer en este caso para agradar también a estos dirigentes eclesiales? Seguramente, renunciar al nacimiento de otro hijo y resignarse con la muerte del niño enfermo o quemar en la hoguera a sus padres, a sus médicos y a todos los parlamentarios que votaron estas leyes.
 
          ¡Qué pena siento como cristiano cuando contemplo día a día que esta Iglesia Romana es cada vez menos cristiana!
 
                                                                                                                               Fernando Pineda Luna

5 mar 2009

PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN
 
            Este blog tiene el objetivo de compartir, a través del diálogo y el debate civilizados, no sólo mis ideas, mis experiencias, mis conocimientos, mis pensamientos, sino también las ideas, las experiencias, los conocimientos y los pensamientos de quienes deseen participar abiertamente en él.

             Ruego que se abstengan de participar quienes gustan de esconderse tras los anonimatos.

            Teniendo en cuenta mi perfil, mi historial personal y mi vida pública, todos pueden comprender que el "disco duro" de mi ideario vital no sea otro que el de un luchador permanente por la LIBERTAD, la IGUALDAD y la SOLIDARIDAD a través de la FE, el AMOR y la ESPERANZA.

            Siempre creí y sigo estando convencido de que sólo podemos ser felices en la misma medida en que intentemos hacer felices a los demás.

            Un saludo: Fernando Pineda Luna.